Eventos para Todas las Personas

Desde el inicio de la socialización, el hombre organiza y participa en eventos (funerales, bodas, ferias comerciales…), regulados por un protocolo, que garantiza la consecución eficaz de unos objetivos.

Si la diversidad de los individuos está a la orden del día, es imperativo implementar la accesibilidad transversalmente en el diseño, planificación, gestión y ejecución de eventos, pasando de la estandarización a la personalización.

 

¿Qué es un Evento Inclusivo?

Los eventos inclusivos materializan en la práctica los principios y obligaciones expuestos en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU (2006), convención en la que la legislación española sobre discapacidad y accesibilidad se fundamenta. En resumen, la convención establece que las personas con diversidad funcional tienen los mismos derechos y obligaciones que el resto de ciudadanos, que se debe garantizar la igualdad de oportunidades y la no discriminación, y que la discapacidad no está en la persona sino en el entorno.

Un evento inclusivo es un evento que no discapacita ni discrimina a ninguno de sus participantes (organizadores, patrocinadores, colaboradores, asistentes, voluntarios…). La accesibilidad, aplicada en todas las fases y agentes del evento, es la clave para conseguirlo.

No es suficiente con cumplir la normativa vigente, sino que es necesario aplicar el sentido común y la empatía. Tampoco resulta el implementar soluciones accesibles al azar para dar una ‘buena imagen’, ya que igual puede ser innecesario, inadecuado y una pérdida de recursos. Por ejemplo, contratar un intérprete de lengua de signos para un evento en el que ninguno de los asistentes ni organizadores lo requieran, o lo que sería lo mismo, poner traducción simultánea al japonés en un evento sin gente que hable ese idioma.

La accesibilidad en los eventos debe estar en la gestión y desde la concepción de la idea, como uno de los pilares del plan estratégico. A la hora de planificar un evento se plasma un por qué, un para qué y para quiénes. En ese punto, se diseña el cómo, cuándo, dónde y con qué recursos, pasando a establecer un organigrama de trabajo (comisiones, presupuesto y calendario). Pensando en clave de accesibilidad, por ejemplo, se escogerán locales con condiciones que permitan llegar, acceder y deambular al mayor tipo de personas.

En el pre-evento, el coordinador garantiza el buen hacer y coherencia de los diferentes equipos de trabajo de la organización (logística, contenidos, festejos, comunicación, protocolo…) y vela para que la accesibilidad esté presente en cada una de las comisiones, personalmente o contratando a un especialista.

La accesibilidad en la organización de eventos ha de implantarse transversalmente en todas las tareas, es decir, en la gestión. Así, dentro del equipo organizador se podría contar con profesionales con discapacidad. Esto supone    un paso en la inclusión laboral, por un lado, pero más importante, un enriquecimiento al grupo de trabajo, ya que desde adentro se tendrá una visión abierta y flexible, y una actitud natural y positiva frente a la diferencia.

La accesibilidad va más allá del entorno físico donde se desarrolle el evento, contando con accesos, aseos, zonas de paso, butacas, etc. Adecuados para personas con movilidad reducida.

Los responsables de seleccionar el lugar deben estudiar el uso que se le va a dar, los objetivos que se persiguen, los participantes previstos, etc. Para anticiparse a carencias de accesibilidad. Por ejemplo: si el acceso es a través de una puerta giratoria, comprobar si tiene un dispositivo para ralentizarla o para dejar una de sus alas abierta mientras dure el evento.

En cuanto al evento en sí, además de toda la planificación y previsión, el personal (de toda la cadena) ha de estar atento a todos los asistentes y participantes para atenderles y solucionarles cualquier necesidad de una manera abierta, amable, flexible y respetuosa. Si está bien formado, podrá resolver satisfactoriamente muchos imprevistos y hacer más accesible y cómodo para todos los eventos. Por ejemplo, en una conferencia, el ponente detecta a una persona ciega en el público, entonces si piensa en clave de accesibilidad, será más preciso en su exposición: en lugar de decir “cómo ven el salto es así”, mejor, “como ven en la diapositiva, el salto se hace con una mano extendida hacia delante y la otra hacia atrás y los dos pies juntos”.

Finalmente, no hay que olvidarse del post-evento, que es la etapa en la que podremos hacer balance, determinar las fortalezas y debilidades del evento y así mejorar en el futuro.

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